Tras las movilizaciones y huelgas femeninas del año pasado y tras la enorme marcha de mujeres el día de la investidura de Donald Trump, en EEUU como en muchos otros países en el mundo, están teniendo lugar reuniones y asambleas para convertir la celebración del 8 de marzo en una gigantesca huelga de mujeres. Invitamos a todas y todos quienes estén organizando alguna actividad para el 8 de marzo a que difundan este llamamiento para dar mayor alcance al movimiento transnacional de mujeres en huelga.
De Polonia a Argentina, de Turquía a Italia, un movimiento mundial y femenino está surgiendo. El 8 de marzo, las mujeres de más de 20 países tomarán las calles y se manifestarán, con el consiguiente paro durante un día de las actividades productivas y reproductivas. Este 8 de marzo, inspirado en las huelgas de mujeres de Argentina y Polonia, en las enormes manifestaciones contra la violencia machista en Italia y en la marcha mundial que invadió cientos de ciudades desde Washington a Londres, será una nueva insurrección. Quienes nos manifestemos contra este patriarcado neoliberal nos uniremos en la lucha contra la violencia machista y sus medidas opresivas y disciplinarias sobre el derecho reproductivo de las mujeres, así como contra la imposición de la maternidad como único destino femenino y contra todo obstáculo material, simbólico o discursivo que entorpezca la libertad de las mujeres.
La huelga tendrá lugar en los hogares, donde mayores, niñas y niños están a cargo de las mujeres; en las fábricas, donde las mujeres producen bienes para el mercado mundial; en las escuelas, en los hospitales y en los servicios públicos y privados, donde se aseguran de la reproducción de la sociedad y, sin embargo, perciben un salario nulo o inferior al de los hombres y trabajan a menudo en condiciones de extrema precariedad; en las universidades y escuelas, donde los roles y las jerarquías sexistas se imponen junto con el empobrecimiento y la privatización del conocimiento. El 8 de marzo, se manifestarán las mujeres migrantes, que día tras día luchan contra la explotación cruzando fronteras, ahogadas con la carga de los trabajos de cuidados y bajo el chantaje de los permisos de residencia. El 8 de marzo será una oportunidad para la comunidad LGTBIQ*, dispuesta a subvertir los roles de género impuestos y para todos los hombres dispuestos a luchar contra un orden social que subordina, viola y asesina mujeres, mientras fomenta la explotación de todo el mundo.
Este 8 de marzo no será un ritual. Este año puede, y debe, ser una oportunidad de mostrar la potencia de una huelga cuando va más allá de los lugares de trabajo oficiales y se convierte en un movimiento social transversal, cuando invade el espacio doméstico, cuando expresa una rebelión mundial de las mujeres contra un ataque mundial neoliberal. El 8 de marzo, incluso quienes “por ley” no puedan hacer huelga, podrán mostrar su rechazo hacia la opresión y la precariedad. Frente a todos los intentos de deslegitimación de la huelga y los chantajes de despido, mujeres y hombres contraatacarán en todos aquellos lugares en los que se oprima y se explote.
Este movimiento de protesta sobrepasará la frontera entre trabajo y sociedad, producción y reproducción, países y regiones: la huelgas de mujeres son los ejemplos más inspiradores de lo que una huelga social transnacional puede llegar a ser. Este 8 de marzo, seremos parte de una insurrección mundial destinada a derrocar el poder de las relaciones sexuales que dominan a las mujeres y a la sociedad. Este 8 de marzo, la huelga de mujeres rebasará el aislamiento de las luchas diarias que llevan a cabo millones de mujeres en soledad contra la opresión y nuestras voces resonarán como una sola: ¡Si nuestras vidas no valen, produzcan sin nosotras!
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